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Primer satélite artificial. Marca el nacimiento de la competencia espacio–poder.
Inicia la narrativa “quien domina el espacio domina el mundo”. -
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EE. UU. y URSS comienzan a usar el discurso espacial para justificar inversiones militares y tecnológicas. -
La ONU establece principios básicos:
– Uso pacífico del espacio.
– No apropiación territorial.
– Responsabilidad estatal sobre actividades espaciales. Este tratado sigue siendo la base del derecho espacial moderno. -
Se convierte en símbolo de hegemonía y superioridad del modelo político occidental. -
El espacio se usa para comunicación, meteorología y monitoreo militar.
El discurso sigue siendo estatal y altamente estratégico. -
Aparece la interdependencia tecnológica: economía, transporte y comunicaciones dependen cada vez más de satélites.
El espacio empieza a dejar de ser solo competencia de potencias y se convierte en infraestructura crítica global. -
Empresas privadas (SpaceX, Blue Origin, etc.) transforman el sector con lanzamientos más baratos.
Surgen mega constelaciones que modifican el orden tecnológico global.
Comienza la “privatización del poder espacial”. -
El espacio ya no se entiende solo como territorio, sino como construcción política:
– Los discursos de “seguridad” y “tecnologías limpias” legitiman desigualdades.
– Las mega constelaciones reorganizan el poder global.
– Se cuestiona la soberanía tradicional: no hay fronteras en el espacio. -
Estados Unidos, China y Rusia invierten en:
– Sistemas antisatélite.
– Defensa espacial.
– Estaciones y vigilancia orbital.
La práctica espacial (lanzamientos masivos, minería espacial, militarización) redefine el poder internacional. -
Organismos como UNOOSA y COPUOS intentan regular, pero sin capacidad coercitiva.
El reto clave:
¿Quién controla la infraestructura espacial si el espacio debería ser “patrimonio común de la humanidad”?