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La ofensiva sublevada en agosto de 1936 unificó por tierra amplias zonas del oeste peninsular. La caída de Mérida y Badajoz aseguró la frontera con Portugal, cambió líneas de suministro y marcó el control militar nacionalista en la región, con consecuencias demográficas y políticas duraderas.
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1936 - 2001
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Tras la guerra se produjo una represión sistemática contra partidarios de la República: detenciones, fusilamientos y fosas comunes en múltiples localidades. Ese trauma social modeló familias, memoria colectiva y movimientos locales por la verdad y la exhumación durante décadas.
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Programas estatales buscaban modernizar la agricultura mediante colonización, regadíos y núcleos planificados. Si bien potenciaron cierta infraestructura, también introdujeron modelos productivos que no resolvieron desequilibrios latentes entre latifundio y pequeñas explotaciones.
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El Plan de Transformación y Colonización centrado en la cuenca del Guadiana impulsó pantanos, canales y riego para modernizar la agricultura pacense. Fue ambicioso en infraestructuras y energía, reconfiguró paisajes y economías rurales, pero sus efectos sociales y distributivos fueron mixtos.
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La construcción y apertura del embalse de Orellana transformó el regadío y la producción agrícola en la comarca de Tierra de Barros. Permitió irrigar grandes extensiones, mejorar cosechas y fomentar cooperativas agrarias, consolidando una infraestructura clave para el desarrollo económico regional.
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Desde los años 60 se intensificó la migración campo-ciudad y a Europa: jóvenes abandonaron pueblos buscando empleo en industria y servicio. Ese flujo provocó envejecimiento rural, pérdida de tejido social y crisis demográfica que marcaría la Extremadura contemporánea.
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La apertura de esta vía mejoró las comunicaciones interprovinciales y con Portugal, facilitando el transporte de mercancías y personas. Transformó la economía regional, redujo el aislamiento de poblaciones rurales y contribuyó a la integración comercial y social de Extremadura en el contexto nacional.
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La fundación formal de la UEx en 1973 significó un hito cultural y social: trajo estudiantes, investigación y oferta formativa que reconfiguró expectativas locales, estimuló movilidad social y elaboró redes profesionales que apuntalaron proyectos regionales en décadas siguientes.
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Creado por el artista alemán Wolf Vostell en el antiguo lavadero de lanas de Malpartida de Cáceres, este museo fusionó arte contemporáneo y naturaleza. Fue pionero en el arte conceptual y el “happening”, generando un diálogo entre modernidad y tradición rural que marcó la escena artística extremeña.
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La puesta en marcha de esta emisora supuso un hito cultural y social: acercó información, música y programas educativos a toda la región. Fue un vehículo de cohesión, fomentó la identidad extremeña y abrió espacios de debate local, marcando un antes y un después en los medios de comunicación regionales.
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La Ley Orgánica que constituyó la Comunidad Autónoma (publicada en BOE en febrero de 1983) legitimó un gobierno propio, nuevas competencias y recursos. La autonomía transformó la agenda regional: sanidad, educación, desarrollo rural y políticas culturales quedaron con poder de decisión local
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Las primeras elecciones autonómicas dieron mayoría al PSOE y establecieron liderazgos duraderos que marcaron la política extremeña. Se institucionalizaron estructuras administrativas, planes de desarrollo y un mapa de poder regional que influiría en las décadas siguientes.
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El reconocimiento de la UNESCO a su conjunto monumental medieval y renacentista colocó a Cáceres en el mapa cultural mundial. Supuso un impulso decisivo al turismo, la conservación patrimonial y la valorización del arte y la historia extremeña, convirtiéndose en un símbolo de identidad regional.
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El Festival WOMAD (World of Music, Arts and Dance), creado por Peter Gabriel, llegó a Cáceres en 1992 y se convirtió en una cita cultural emblemática. Cada primavera reúne músicas y culturas de todo el mundo, llenando la ciudad de conciertos, talleres y convivencia multicultural en un ambiente festivo y educativo.
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El reconocimiento UNESCO valoró el rico legado romano de Mérida, multiplicó el turismo cultural y reforzó la identidad regional. La declaración impulsó restauración patrimonial, actividades culturales y proyección internacional del patrimonio extremeño.
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Desde comienzos del siglo XXI, Extremadura ha impulsado políticas pioneras en digitalización y sostenibilidad. La creación del software libre LinEx, la expansión de internet rural, proyectos agroecológicos y el auge del turismo cultural y natural redefinieron la identidad regional, apostando por un desarrollo equilibrado y tecnológico.
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La conversión de Monfragüe en Parque Nacional (2007) consolidó la protección del bosque mediterráneo, aves y ecosistemas singulares. Supuso cambio en políticas ambientales, turismo de naturaleza y conciencia pública sobre la conservación regional.
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La apertura de este museo de arte contemporáneo, con una de las colecciones privadas más importantes de Europa, supuso un salto cualitativo en la oferta cultural de Extremadura. El edificio, moderno y luminoso, reforzó la proyección internacional de Cáceres como capital del arte contemporáneo español.