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Se unieron tres movimientos nacionalistas (MANU, UDENAMO y UNAMI), sentando las bases para una lucha unificada contra el dominio portugués.
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Tanzania, Argelia, la URSS, China y Cuba ofrecieron apoyo logístico y militar al FRELIMO, dándole fuerza internacional.
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El ataque en Chai, Cabo Delgado, marcó el comienzo de una década de conflicto armado.
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El FRELIMO consolidó su presencia en esta provincia, estableciendo zonas liberadas y sistemas de administración alternativos.
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La apertura de nuevos frentes obligó a las fuerzas portuguesas a dispersar sus recursos.
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Mozambique fue reconocido internacionalmente como un frente clave en la lucha anticolonialista.
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Se fortaleció su estructura militar y política, priorizando la educación y la movilización de las poblaciones rurales.
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Se evaluaron avances militares y se planificó la extensión del conflicto hacia el sur.
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Su muerte fue un intento de desestabilizar al movimiento, pero este logró reorganizarse bajo el liderazgo de Samora Machel.
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Portugal lanzó una ofensiva masiva para aplastar al FRELIMO, pero fracasó al no poder eliminar su capacidad operativa.
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El FRELIMO mantuvo su control sobre el norte pese a los intensos ataques portugueses.
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La brutalidad de las tropas portuguesas en Tete generó indignación internacional y aumentó la presión sobre Lisboa.
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El golpe militar en Lisboa supuso el inicio del fin de las guerras coloniales portuguesas.
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Se pactó la transferencia del poder al FRELIMO y se estableció el proceso para la independencia.
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Mozambique se convirtió en un país independiente con Samora Machel como su primer presidente.