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En esta etapa, el cerebro del recién nacido está en pleno crecimiento. La mielinización comienza, facilitando la transmisión rápida de señales neuronales.
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Aunque limitadas, las bases para el desarrollo de funciones cognitivas superiores comienzan a establecerse, incluyendo la atención básica y el reconocimiento de patrones.
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Trastornos del espectro autista (TEA) pueden empezar a mostrar signos, aunque son difíciles de diagnosticar en esta etapa temprana.
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La mielinización continúa, especialmente en las áreas del cerebro relacionadas con el control motor y la coordinación.
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Comienzan a desarrollarse funciones como el lenguaje y la memoria a corto plazo. El niño empieza a vincular palabras con objetos y acciones.
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Pueden empezar a manifestarse problemas del lenguaje y del desarrollo motor.
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Las áreas prefrontales del cerebro, responsables de funciones ejecutivas como la planificación y la toma de decisiones, muestran un aumento significativo en la mielinización.
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Se desarrollan habilidades complejas como la resolución de problemas, el pensamiento simbólico y el control de impulsos. El lenguaje se vuelve más sofisticado y se desarrolla la capacidad de narrar historias.
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Trastornos como el déficit de atención e hiperactividad (TDAH) pueden empezar a ser evidentes.
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El cerebro sigue madurando, con un enfoque particular en la mielinización de las conexiones interhemisféricas, mejorando la integración de la información.
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A esta edad, se perfeccionan funciones como la memoria a largo plazo, el razonamiento lógico y la capacidad de abstracción. Los niños desarrollan habilidades académicas y sociales más complejas
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Pueden manifestarse trastornos del aprendizaje, como la dislexia, y dificultades emocionales y conductuales.
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El proceso de mielinización y el refinamiento de las conexiones neuronales continúa, especialmente en la corteza prefrontal.
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La adolescencia trae consigo un aumento en la capacidad de pensamiento abstracto, la planificación a largo plazo y la toma de decisiones. Se desarrollan habilidades de metacognición y autoevaluación.
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La adolescencia puede revelar problemas como la depresión, la ansiedad y otros trastornos de salud mental que pueden afectar el desarrollo cognitivo.