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Aquí nacen las primeras ideas de “ocio”: los griegos hablaban de scholé (tiempo libre para aprender) y los romanos de otium (descanso frente al trabajo).
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Viajar significaba sobre todo peregrinar. Miles de personas recorrían caminos hacia Santiago de Compostela, Roma o Jerusalén, movidos por la fe.
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El ocio empieza a ligarse al arte, la ciencia y la cultura. Viajar era una forma de aprender, de descubrir nuevas ideas y de admirar el mundo.
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Los jóvenes aristócratas europeos realizaban largos viajes educativos por ciudades como París, Roma o Florencia. Era un viaje de formación y prestigio.
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con la Revolución Industrial llegan el tren y los barcos de vapor. Thomas Cook organiza excursiones en grupo: así nace el turismo organizado.
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Viajar ya no era solo para élites. Las vacaciones pagadas y el transporte más accesible permitieron que millones disfrutaran de conocer el mundo.
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Hoy entendemos el turismo como un fenómeno global y multidimensional: no solo mueve economía, también transforma culturas, comunidades y entornos.