
Historia de los conceptos de causa y enfermedad: Paralelislo entre la Medicina y la Fitopatología
By Any Arrieta
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En los pueblos primitivos se pensaba que la enfermedad era causada por espíritus malignos o fuerzas sobrenaturales. En medicina, la trepanación buscaba liberar a los “malos espíritus” del cuerpo humano. En fitopatología, los daños en los cultivos eran atribuidos a maldiciones, brujería o fuerzas ocultas, sin relación con causas naturales. (Volcy, 2007, p. 409-410).
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Se pensaba que los astros, eclipses y fases lunares influían en la salud humana y en la fertilidad de los cultivos. La astrología guiaba tanto la medicina como la agricultura. (Volcy, 2007, p. 411-412).
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Hipócrates estableció que la enfermedad humana provenía del desequilibrio de los cuatro humores (sangre, flema, bilis amarilla y negra). En fitopatología se pensaba que el exceso de calor, frío o humedad alteraba la salud de las plantas. (Volcy, 2007, p. 412-413).
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Las enfermedades humanas eran vistas como castigos divinos por el pecado. En las plantas, las plagas y malas cosechas se interpretaban como signos del desagrado de los dioses. Los remedios eran de carácter religioso: oraciones, penitencias, sacrificios, procesiones y ofrendas, buscando restablecer la salud de las personas y la fertilidad de la tierra. (Volcy, 2007, p. 410-411).
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La enfermedad era causada por aires corruptos y pestilentes. En medicina se creía que la peste y cólera provenían de olores nocivos. En agricultura, se atribuían las plagas a vapores del suelo o ambientes contaminados. (Volcy, 2007, p. 414-415).
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Pasteur y Koch demostraron que microorganismos específicos causaban enfermedades. En plantas, Anton de Bary probó que los hongos producían tizones y royas, marcando el inicio de la fitopatología científica. (Volcy, 2007, p. 414-415).
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Se comprendió que, aparte del agente causante, los aspectos del entorno y las características del hospedador también jugaron un papel en la enfermedad, dando lugar a la idea del triángulo epidemiológico (Volcy, 2007, p. 416).
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Fracastoro habló de “seminaria” invisibles que se transmitían entre seres vivos, Prévost probó que un hongo causaba la caries del trigo (1807), y De Bary reprodujo el tizón tardío de la papa con esporas de Phytophthora infestans (1866). En la agricultura se sospechaba que las enfermedades podían propagarse de una planta a otra, aunque no había pruebas experimentales. (Volcy, 2007, p. 415-416).