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Los primeros homínidos surgieron hace unos 2.5 millones de años (Homo habilis). Su cerebro mostró un notable aumento de tamaño y complejidad, especialmente en regiones como la corteza prefrontal, asociada con el lenguaje, la planificación y la memoria. Estas capacidades permitieron el desarrollo de herramientas, cultura, organización social y pensamiento simbólico, características únicas del ser humano moderno.
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El primer cerebro como órgano centralizado aparece hace unos 500 millones de años en los primeros artrópodos y vertebrados primitivos. Este órgano integra información de los sentidos y coordina respuestas más complejas, marcando una gran diferencia con los sistemas nerviosos más simples y distribuidos.
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Durante la evolución, surgieron diversas formas de organización del sistema nervioso. Dos ejemplos importantes son: Redes neuronales difusas, típicas de cnidarios. Cordones nerviosos longitudinales con ganglios, presentes en animales bilaterales como artrópodos y anélidos.
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Con el tiempo, las neuronas comenzaron a agruparse en ganglios, formando centros de procesamiento de señales. Esta organización aparece en animales con simetría bilateral, como los gusanos planos. Estos ganglios permitieron controlar partes específicas del cuerpo, anticipando formas más complejas de integración cerebral.
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hace 600 millones de años las primeras neuronas aparecieron junto con el sistema nervioso. Eran células especializadas capaces de transmitir señales eléctricas entre distintas partes del cuerpo. Estas neuronas permitieron respuestas más rápidas y eficientes frente al entorno, siendo un avance esencial para la supervivencia de organismos multicelulares.
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El sistema nervioso surgió hace aproximadamente 700 millones de años en animales primitivos como los cnidarios (medusas, hidras). Estas criaturas desarrollaron una red neuronal difusa, sin órganos especializados, que les permitía detectar estímulos del entorno y responder con movimientos simples. Fue un paso clave en la evolución de la coordinación corporal.