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En la década de 1920, se descubrió que E. coli tiene un papel importante en la digestión. La bacteria ayuda a descomponer los alimentos y absorber los nutrientes.
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En la década de 1940, se descubrió que algunas cepas de E. coli pueden causar enfermedades. Estas cepas producen toxinas que pueden dañar el cuerpo.
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En la década de 1960, se identificó la cepa E. coli O157:H7, que produce una toxina que puede causar diarrea hemorrágica, que puede ser mortal.
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En la década de 1970, se desarrolló una vacuna contra E. coli O157:H7.
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En la década de 1980, se descubrió que algunas cepas de E. coli son resistentes a los antibióticos.
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En la década de 1990, se desarrollaron nuevos antibióticos para tratar las infecciones por E. coli resistente a los antibióticos.
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En la década de 2000, se descubrió que E. coli puede ser utilizada para producir biocombustibles.
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En la década de 2010, se desarrolló una nueva prueba para detectar E. coli en los alimentos.