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En Bogotá, Fernando Soler (ingeniero), Luz López Soler (licenciada) y otros educadores iniciaron la idea de fundar una institución de formación técnica para bachilleres colombianos.
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El Ministerio de Educación Nacional otorgó el permiso para iniciar con los programas de Tecnología de Plásticos, Electrónica Industrial y Mecánica Automotriz. La institución comenzó con el nombre de Escuela Colombiana de Carreras Intermedias.
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Las autoridades competentes otorgaron la personería jurídica a la Escuela.
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Se ampliaron los programas técnicos profesionales en: Mecánica Industrial, Ciencias de la Computación, Telecomunicaciones, Desarrollo Ambiental y Empresarial, Diseño de Modas, Gestión Tributaria, Comercio Exterior y Negocios Internacionales.
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La institución cambió su denominación a Escuela Colombiana de Carreras Industriales.
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Se firmó un convenio de colaboración entre la Universidad Santiago de Cali y la Escuela Colombiana de Carreras Industriales, con el fin de fomentar planes conjuntos de formación académica, intercambio de docentes y alumnos, uso de espacios físicos y desarrollo tecnológico. Ese mismo año, la institución inició actividades académicas para la formación de ingenieros por ciclos, partiendo de la educación técnica profesional.
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La Escuela comenzó a formar profesionales en Bioingeniería, Ingeniería Eléctrica, Ingeniería Industrial, Ingeniería Mecánica, Ingeniería de Plásticos e Ingeniería de Sistemas. Además, alcanzó una matrícula cercana a 4.000 estudiantes agrupados en estas carreras.
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La Escuela implementó el modelo de educación por ciclos, siendo pionera en Latinoamérica. Ese mismo año, la Agrupación Internacional de Mercadotecnia y Calidad le otorgó la Mención Mundial al Prestigio (World Wide Prestige Award, WPA) en una ceremonia realizada en la Ciudad de México D.F. Este reconocimiento reafirmó el compromiso institucional con la calidad educativa, la mejora continua y la misión de servir a la juventud a través de sus aulas, talleres y laboratorios.
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Se implementaron programas adaptados para la comunidad sorda, promoviendo la educación inclusiva.
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La institución llegó a Medellín, permitiendo a los antioqueños vincularse a su modelo educativo.
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La institución amplió su oferta académica incorporando programas profesionales y de posgrado.
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Con el objetivo de incentivar actividades artísticas y deportivas, la Escuela adquirió el Teatro El Dorado ECCI en Bogotá, ofreciendo un espacio cultural para sus estudiantes. Asimismo, se creó un campus deportivo para fortalecer la formación integral de la comunidad académica.
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En los Exámenes de Calidad de la Educación Superior (ECAES, hoy Saber Pro), las ingenierías de la ECCI obtuvieron los primeros lugares. Además, la Asociación de Incentivos a la Calidad distinguió a la institución por sus esfuerzos académicos e industriales frente a 65 empresas y 18 universidades latinoamericanas.
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Se inauguró el Gimnasio Boyacá ECCI, ampliando la cobertura educativa hacia la niñez.
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El Ministerio de Educación Nacional reconoció oficialmente a la institución como Universidad ECCI, reafirmando su compromiso con la educación superior en Colombia.
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Hasta la actualidad, la Universidad ECCI se ha consolidado como una de las instituciones de educación superior más destacadas de Colombia. Su crecimiento académico, investigativo y social le ha permitido obtener reconocimientos tanto a nivel nacional como internacional, reafirmando su compromiso con la formación integral, la innovación y la excelencia educativa. Hoy, la Universidad ECCI es sinónimo de calidad y proyección global, manteniéndose a la vanguardia en la educación superior del país.