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En los tiempos más antiguos, la gente pensaba que las enfermedades eran producidas por malos espíritus. Incluso hacían agujeros en los cráneos (trepanaciones) para “liberar” a los demonios que enfermaban a las personas.
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Durante la Edad Media se creía que las epidemias, como la peste, eran castigos enviados por Dios. Para pedir perdón, muchas personas participaban en rituales y algunos hasta se flagelaban para “purgar” sus pecados.
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Hipócrates explicó que la salud dependía del equilibrio entre cuatro humores: sangre, flema, bilis negra y bilis amarilla. Si uno de ellos se alteraba, la persona enfermaba. Los médicos trataban de curar recuperando ese equilibrio.
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Otra creencia fue que las enfermedades estaban relacionadas con el movimiento de los astros. Por ejemplo, se pensaba que los cometas o las fases de la luna podían anunciar la llegada de una epidemia.
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Poco a poco se fue descubriendo que los organismos diminutos, invisibles al ojo humano, podían ser los causantes de las enfermedades. Esta idea fue ganando fuerza y reemplazó explicaciones mágicas y religiosas.
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En las plantas, los investigadores ya habían empezado a demostrar con experimentos que ciertos microorganismos causaban enfermedades, mucho antes de que Pasteur y Koch formalizaran la teoría.
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Durante siglos se creyó que los malos olores o vapores que salían de la materia en descomposición eran la causa de las enfermedades. A esto se le llamó “miasma” y se pensaba que provocaba cólera, viruela o peste.
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Koch estableció una serie de pasos que permitían comprobar que un microbio específico era el causante de una enfermedad. Con esto, la teoría microbiana quedó demostrada con bases científicas sólidas.
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En este tiempo se organizaron y clasificaron mejor las enfermedades, tanto en medicina como en fitopatología. Esto ayudó a que el conocimiento fuera más ordenado y fácil de entender.
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Finalmente, gracias a la teoría del germen, se pudieron desarrollar tratamientos como antibióticos y fungicidas, que revolucionaron la manera de combatir enfermedades en humanos y plantas.