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En el año 711, una reducida tropa de árabes y bereberes cruzó el estrecho de Gibraltar bajo el mando de Taria, lugarteniente de Muza, el gobernador musulmán del norte de África. Su intención era realizar un saqueo. Pero la fácil derrota del rey visigodo Rodrigo en la batalla de Guadalete (711) les animó a proseguir su avance. -
Los musulmanes llamaron al-Ándalus al territorio peninsular conquistado. Inicialmente lo organizaron como un emirato, o provincia dependiente política y religiosamente del califato omeya de Damasco, cuya capital se estableció en Córdoba.
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El avance musulmán se detuvo en las zonas montañosas del norte, donde surgieron algunos núcleos de resistencia cristiana y los musulmanes fueron rechazados por los astures en la batalla de Covadonga. -
Tras la conquista musulmana, en las áreas montañosas de la cordillera Cantábrica y de los Pirineos se formaron núcleos cristianos de resistencia. Con el tiempo, estos núcleos se convirtieron en reinos y estados independientes, y sostuvieron con los musulmanes una continua lucha conocida como Reconquista.
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Desde la península ibérica, lanzaron ataques al sur de Francia, hasta ser derrotados por los francos en la batalla de Poitiers. Tras ella, se replegaron al sur de los Pirineos. -
El príncipe omeya Abderramán I llegó a la Península huyendo del destronamiento y matanza de su familia por los abasíes. Tras derrotar al emir de al-Andalus, se proclamó emir independiente. -
Abderramán III rompió la dependencia religiosa de Bagdad y se proclamó califa o «príncipe de los Creyentes». Con él se inició el periodo de mayor esplendor político y cultural de al-Ándalus. Abderramán Ill reorganizó el ejército, acabó con las sublevaciones interiores y realizó expediciones de castigo contra los estados cristianos peninsulares, a los que obligó a pagar tributos. En esta época, Córdoba se convirtió en la principal ciudad de Occidente.