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Kircher es partidario de la Atlántida.
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Woodward afirma que las islas fueron configuradas por el diluvio universal.
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iera y Clavijo sostiene la idea de que Canarias son restos de la Atlántida.
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Bory de Saint-Vincent traza el mapa de la Atlántida en la zona de Canarias.
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Cuvier defiende el cataclismo de la Atlántida.
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Humboldt es partidario de la hipótesis de los cráteres de elevación.
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Maury, en la primera carta submarina del Atlántico, proporciona evidencias sobre la existencia de la dorsal mesoatlántica.
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El H.M.S. Challenger confirma la existencia de la dorsal mesoatlántica; algunos círculos científicos ven en ella los restos de la Atlántida.
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Relación del archipiélago canario con la Atlántida, entre otros mitos.
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Diversos autores (Gagel, Gentil, Germain, Jeannel, Lemoine, Sharpf) plantean la continentalidad de las Islas, asociándolas al bloque de sial africano.
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Gentil supone que Canarias es una prolongación del Atlas que penetra y sobresale del océano.
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Wegener enmarca el origen de Canarias dentro de la deriva continental como festones insulares africanos tras la apertura del Atlántico.
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Le Danois sitúa la Atlántida en la zona de Canarias, y la considera uno de los puentes intercontinentales.
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Betz y Hess proponen el modelo de fractura propagante.
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Benítez Padilla rechaza la relación del origen de Canarias con la deriva continental.
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Martel San Gil explica el volcanismo canario como consecuencia de fracturas y plegamientos en el sial debido a corrientes simáticas provocadas por la tendencia al equilibrio isostático.
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Bravo relaciona el origen de Canarias en el marco de un volcanismo de dominio mixto alternante (continental y oceánico).
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Hausen, basándose en la existencia de antiguos basaltos de meseta de gran potencia, supone que Canarias formó parte de una península africana que sufrió fracturación tectónica, originándose así las diferentes islas.
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Wilson relaciona el origen de las cadenas insulares volcánicas atlánticas (entre ellas, Canarias) e índicas, con la expansión del fondo oceánico a partir de las dorsales.
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McKenzie, Morgan, Parker y Wilson definen una tierra dinámica: nace la Tectónica de placas.
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Dash y Bosshard consideran que en la zona de Canarias existe una corteza de transición (oceánica-continental).
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Cendrero observa estructuras compresivas (plegamientos) en el complejo basal de La Gomera.
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Bosshard y MacFarlane determinan la independencia de las islas como bloques aislados del continente africano. Asocian el volcanismo con zonas de fractura en probable relación con la tectónica del Atlas.
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Morgan introduce el concepto de penacho de manto en el modelo del punto caliente.
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-Morgan sostiene la existencia de un punto caliente bajo Canarias. -Burke et al. proponen la movilidad de los puntos calientes del Océano Atlántico, aunque en el grupo considerado no entra Canarias.
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-Hernández Pacheco e Ibarrola definen las principales líneas tectónicas del archipiélago sobre bases petrológicas y geoquímicas. -Richter propone, como alternativa del punto caliente, la existencia de lóbulos magmáticos en células convectivas como consecuencia directa del movimiento diferencial entre litosfera y astenosfera. -Schmincke defiende el modelo de punto caliente para Canarias.
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-Beck y Lehner consideran que los materiales volcánicos de las Canarias orientales se apoyan sobre un basamento hercínico fallado y levantado. Al mismo tiempo, prolongan la falla del sur del Atlas y la hacen coincidir con una línea de fractura del archipiélago (dirección ENE).
-Dillon y Sougy relacionan el origen de Canarias con zonas de fallas en el margen continental africano, y concluyen que el Anti-Atlas no se prolonga hacia el océano.
-Rothe sigue defendiendo un origen mixto para las islas. -
-Araña et al. proponen la hipótesis de los bloques levantados asociándolos con la existencia de fallas inversas.
-Hayes y Rabinowitz deducen mediante análisis magnéticos una corteza oceánica bajo Canarias. -
Burke y Wilson sitúan (gráficamente) dos puntos calientes en Canarias.
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Herman et al. relacionan el origen de Canarias con el ascenso de lóbulos magmáticos convectivos producidos por la detención de la placa africana sobre la astenosfera en movimiento.
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Carracedo encuentra serias restricciones para aplicar el modelo de punto caliente en Canarias.
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Banda et al. confirman el carácter oceánico de la corteza bajo Canarias.
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Anderson plantea el ciclo del supercontinente, cuya fuerza motriz es la conducción y pérdida de calor a través de la corteza terrestre.
Schmincke insiste en que el volcanismo canario está relacionado con una característica astenosférica más que litosférica. -
Dañobeitia, a través de estudios geofísicos submarinos, sostiene que no existe conexión del volcanismo canario con la tectónica del Atlas.
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Jung y Rabinowitz no observan protuberancias batimétricas ni anomalías positivas del geoide en la zona de Canarias.
Suriñac estudia mediante perfiles sísmicos profundos la estructura cortical de las islas, deduciéndose un cierto apoyo tanto para la fractura propagante como para los bloques levantados. -
Filmer y McNutt consideran que la existencia de un aumento en el geoide y el grosor de la litosfera (48 km) en el área, contradicen el modelo del punto caliente.
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Sleep relaciona ciertos tipos de volcanismo intraplaca con fracturación continental incipiente y con tensiones intraplaca, más que con puntos calientes.
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Holik et al. defienden el punto caliente y su efecto sobre la costa marroquí.
Roest et al. confirman el carácter oceánico de la corteza bajo Canarias. -
Coello et al., mediante nuevas dataciones radiométricas, establecen que Fuerteventura (20,6 Ma) es más antigua que Lanzarote (15,5 Ma).
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Hoernle y Schmincke aplican el modelo de burbuja a Canarias.
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Carracedo defiende el punto caliente canario.
Watts relaciona la debilidad cortical en el área de Canarias con perturbaciones térmicas debidas a un penacho de manto subyacente. -
Hoernle et al. detectan por tomografía sísmica una anomalía térmica positiva en el área de Canarias, aunque no directamente bajo el archipiélago.
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Beauchamp et al. interpretan la fractura del Atlas con un sistema de rift abortado, y la intersección tectónica entre el Medio y Alto Atlas como una triple unión fallida.
Guillou et al. confirman que no existe una total progresión de edades en las islas, donde La Gomera (12,0 Ma), por ejemplo, es más antigua que Tenerife (7,5 Ma).
Socías y Mezcua, mediante un estudio aeromagnético del archipiélago, determinan la existencia de grandes bloques inclinados en el basamento de las islas. -
Carracedo et al. también consideran la inexistencia de la progresión total de edades en las islas.
Fernández et al. estudian el complejo basal de Fuerteventura relacionándolo con una tectónica extensional (sistemas transtensivos) y anomalías mantélicas en la corteza oceánica.
Hofmann asocia cierto volcanismo intraplaca con anomalías locales de fusión en los fondos oceánicos más que con puntos calientes.
Neumann et al. comparan el grosor de la litosfera en el archipiélago, concluyendo que al -
Carracedo et al. sostienen que el punto caliente que dio origen a las islas se encuentra localizado actualmente bajo La Palma y El Hierro.
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Grevemeyer afirma que la cuenca de Canarias posee el aspecto típico de una protuberancia radial de origen térmico.
Anguita y Hernán, analizando diversas evidencias sobre la "conexión africana" del origen de Canarias, adelantan un modelo sintético. -
Anguita y Hernán proponen el modelo sintético.
Dañobeitia y Canales apoyan el punto caliente canario a partir de datos geológicos y geofísicos.