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Las primeras civilizaciones usaban partes del cuerpo como referencia para medir. El "codo" (la distancia desde el codo hasta la punta del dedo medio) fue una de las unidades más extendidas en Egipto, Mesopotamia y el mundo grecorromano, un punto de partida para la estandarización
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Se crean pesas de piedra con forma de animales, como patos y leones, para el comercio y las transacciones. El "shaty" o "deben" egipcio era una unidad de peso crucial para metales preciosos
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Los egipcios estandarizaron el "codo real" con una vara de granito negro de aproximadamente 52.3 cm, subdividida en 7 palmos y 28 dedos. Se utilizó en la construcción de pirámides y templos.
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Se fabricó una barra de cobre que representaba el codo babilónico estándar, el "codo de Nippur", que fue la referencia oficial para las mediciones de longitud en la región. Esta pieza fue descubierta en Nippur y se conserva en el Museo del Louvre.
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Durante la dinastía Shang, se estableció un sistema unificado de unidades de longitud, capacidad y peso, fundamental para la administración del imperio.
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Grecia adoptó el "pie" como unidad fundamental. Los romanos lo heredaron y estandarizaron, creando el "pes" (pie romano) y la "uncia" (de donde proviene la palabra "onza").
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La Carta Magna inglesa incluyó una cláusula que estipulaba una "medida estándar" para el vino, la cerveza y el grano en todo el reino, reconociendo la necesidad de uniformidad para un comercio justo.
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El rey Enrique III de Inglaterra promulgó el "Estatuto del Pan y la Cerveza" (Assize of Bread and Ale), que regulaba los precios y establecía pesos fijos para estos productos, sentando las bases de la estandarización legal.
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El astrónomo francés Jean Picard propuso usar la longitud de un péndulo que bate segundos como un estándar natural para la longitud, lo que influyó en el posterior desarrollo del sistema métrico.
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La Academia Francesa de Ciencias, por encargo de la Asamblea Nacional Constituyente, define el "metro" como la diezmillonésima parte de un cuadrante del meridiano terrestre.
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Francia adopta oficialmente el sistema métrico decimal y crea prototipos de platino para el metro y el kilogramo.
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Se depositan en los Archivos de la República de Francia (actualmente en el Musée des Arts et Métiers de París) el "Mètre des Archives" y el "Kilogramme des Archives", los primeros patrones oficiales.
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Carl Friedrich Gauss define un sistema coherente de unidades para mediciones magnéticas, basado en tres magnitudes fundamentales: longitud, masa y tiempo (el sistema milímetro-gramo-segundo o CGS).
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El Reino Unido oficializa el Sistema Imperial Británico, estandarizando unidades como la yarda, la libra y el galón.
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Diecisiete países, incluidos EE.UU., Alemania y Francia, firman el Tratado del Metro en París. Este acuerdo histórico establece la Conferencia General de Pesas y Medidas (CGPM), el Comité Internacional de Pesas y Medidas (CIPM) y la Oficina Internacional de Pesas y Medidas (BIPM).
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Se funda el Physikalisch-Technische Reichsanstalt (PTR), que más tarde se convertiría en el Physikalisch-Technische Bundesanstalt (PTB).
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Se fabrica y distribuye a los países miembros del Tratado del Metro el Kilogramo Prototipo Internacional (IPK), un cilindro de platino-iridio que se convirtió en la definición oficial de la masa durante 130 años.
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La Convención del Metro se enmienda para incluir las mediciones eléctricas y otras magnitudes físicas, expandiendo el alcance de la metrología más allá de la masa y la longitud.
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El metro deja de definirse por una barra de metal y se redefine basándose en la longitud de onda de la luz anaranjada-roja del isótopo Kriptón-86, una constante natural más estable que un objeto físico.
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La 11ª CGPM adopta oficialmente el nombre "Sistema Internacional de Unidades" (SI), basado en seis unidades fundamentales: metro, kilogramo, segundo, amperio, kelvin y candela.
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El segundo se redefine en el SI basándose en la frecuencia de la transición hiperfina del estado fundamental del átomo de cesio-133 (9,192,631,770 Hz).
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El metro se redefine como la distancia que recorre la luz en el vacío en un intervalo de 1/299,792,458 de segundo. Esta definición vincula la longitud a la constante fundamental de la velocidad de la luz, garantizando su universalidad y precisión.
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Se adopta la ITS-90, una escala práctica de temperatura que define puntos fijos de calibración (como el punto triple del agua) para lograr mediciones precisas y reproducibles en todo el mundo.
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Los institutos nacionales de metrología firman un acuerdo para aceptar mutuamente sus calibraciones y certificados de medición, lo que facilita el comercio internacional
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Se realizan experimentos pioneros con el efecto Hall cuántico y la constante de Josephson para definir unidades eléctricas (ohmio y voltio) con una precisión sin precedentes, vinculándolas a la mecánica cuántica.
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El CIPM recomienda redefinir el kilogramo y otras unidades del SI, ya que el prototipo físico mostraba una variación de peso con el tiempo. El objetivo era basar todas las unidades en constantes fundamentales de la física.
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La 26ª CGPM aprueba la redefinición de cuatro unidades base: el kilogramo (usando la constante de Planck), el amperio (usando la carga elemental), el kelvin (usando la constante de Boltzmann) y el mol (usando la constante de Avogadro).
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El Sistema Internacional de Unidades revisado entra oficialmente en vigor. Todas las unidades se basan ahora en constantes de la naturaleza, lo que asegura su estabilidad y universalidad a largo plazo.
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Los institutos de metrología desarrollan nuevos estándares y técnicas de medición para tecnologías emergentes como la computación cuántica, la inteligencia artificial y el análisis de macrodatos (big data), donde la precisión es fundamental.
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Se crean instrumentos y estándares ultraprecisos para medir a escala nanométrica (nanometrología), con aplicaciones en la fabricación de chips, medicina y caracterización de nanopartículas y proteínas.
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Los investigadores trabajan en relojes ópticos atómicos, que son miles de veces más precisos que los de cesio, y podrían llevar a una futura redefinición del segundo, mejorando la precisión del tiempo.